jueves, 13 de noviembre de 2014

Nacionalismo, identidad nacional y multiculturalismo en México

En busca de la identidad nacional
El tema de la identidad nacional ha ocupado a los pensadores mexicanos desde antes de que se les pudiera llamar así, es decir desde tiempos del virreinato. Sin embargo, es cuando se logra la independencia de la república, cuando podemos hablar de mexicanos, y de su identidad como tales. José María Luis Mora fue uno de los primeros personajes públicos que formuló un ideal de lo que debería ser el carácter del mexicano, ilustrado, rico y con propiedades, descendiente de europeos, rechazando al elemento indígena de la población.[ii] No obstante, fue José María de Bustamante con si obra Historia patria, el que sentó la base de los primeros mitos nacionales, la exaltación de la virgen de Guadalupe, de Moctezuma y Cuauhtémoc como héroes, al lado de Hidalgo y Morelos,[iii]teniendo como telón de fondo pero igualmente importante, la idea de la riqueza natural inagotable del territorio.
Después de la Intervención francesa, se consolidan los símbolos y tiros patrios, la bandera, el escudo nacional, el himno y las celebraciones cívicas, las fiestas oficiales. El régimen porfiriano, que guió al país en la primera década del siglo XX, en estos años que las distancias se acortan y el mundo comienza a estrecharse gracias al ferrocarril y el telégrafo, es también el que el primero que se ocupa de extender los símbolos nacionales a través del sistema educativo.[iv]Al mismo tiempo, el Estado porfiriano se esforzó por ser cosmopolita, mientras la diversidad étnica existente en el país fue excluida, objeto de duros sistemas de trabajo, deportaciones y persecución.
En este escenario, Andrés Molina Enríquez clarifica la idea de mestizaje como base de la identidad nacional, arquetipo del mexicano, consideraba que la nacionalidad podría unir a los mexicanos, la cual sólo se lograría mediante el mestizaje de la población, que eliminaría las diferencias. Esta unidad y por ende lo mexicano, devendría de la homogenización mestiza, esta resolvería las diferencias que ocasionaban los problemas sociales del país. La unidad de origen disolvería a los criollos que se consideraban superiores por su origen europeo, paralelamente la unidad de tipo (físico) se lograría por la fusión de criollos e indios en el tipo mestizo, la unidad religiosa se lograría con la aceptación (por parte de algunos mestizos) del catolicismo practicado por la gran mayoría de la población, la unidad del lenguaje con la enseñanza del español a todos los mexicanos y finalmente la unidad el estado evolutivo al adelantar a los indígenas y mestizos y el retrasar a los criollos.[v]
La revolución mexicana fue campo fértil para la idea de mestizaje como fundamento de la identidad nacional, al mismo tiempo que el Estado nacionalista se consolidaría como su resultante. El Estado posrrevolucionario fue el encargado de crear una identidad nacional y sobre todo de difundirla por todo el país. Para ello contó con la ayuda de intelectuales como José Vasconcelos, Samuel Ramos, Leopoldo Zea, Alfonso Caso y Andrés Henestrosa, que intentaron definir y atrapar la esencia de lo mexicano.
Vasconcelos mantuvo al mestizaje como fundamento de la identidad mexicana, que fue respaldada por los artistas nacionales en diversos ámbitos, en la pintura a través de los murales nacionalistas como los de Diego Rivera, José Clemente Orozco y Rufino Tamayo. El cine fue otro espacio propicio para la reproducción de modelos ideales costumbristas. Los valores regionales, las artesanías, los trajes típicos, el lenguaje popular, las canciones y el pasado prehispánico, estuvieron omnipresentes en los productos nacionales, el teatro popular, los actos oficiales, la música y el cine.[vi] Surgió así el nacionalismo mexicano, simbólico, cargado de imágenes difundidas desde las instituciones primarias, para dotar de sentido a la sociedad. El nacionalismo revolucionario se caracteriza por su antiimperialismo, la afirmación de las nacionalizaciones, un fuerte Estado interventor apoyado en una amplia base de masas y por la supervaloración de la identidad mexicana como fuente de energía política.[vii]
Sin embargo, independientemente del éxito que pudo haber tenido esta producción de sentido desde el Estado, los cambios experimentados a nivel mundial en el último tercio del siglo XX, crearon una crisis de sentido en la sociedad mexicana.[viii] El Estado nacionalista se adaptó a la doctrina económica mundial, el neoliberalismo, el marcado anticapitalismo del nacionalismo mexicano fue contradicho.
Y  entonces, ¿cuál es la “cultura mexicana”?
La identidad necesita de referentes que la definan, que ayuden a distinguir a los sujetos de los “otros”, estos referentes generalmente son dados por la cultura. La cultura es aquello que nos ayuda a dar significado a nuestra existencia, a desenvolvernos en el mundo. “Se considera como una herencia con una serie de reglas y normas que fija la diferencia tanto entre lo bueno y lo malo como entre el nosotros y el ellos”, la cultura no es estática, sino que está en cambio constante, “si la cultura no es lo mismo que el cambio cultural entonces no es nada en absoluto”.[ix] Al adjetivar la cultura, se la reifica, se le crean modelos de cultura con valores y prácticas específicos que se consideran constantes, inmutables. La reificación es la comprensión de los productos hechos por el hombre como independientes de él, propios de la naturaleza.[x]
La reificación de la cultura es uno de los objetivos del nacionalismo. Su finalidad es formar un sistema de significados a través del gentilicio, al escuchar la palabra mexicano se debe crear una serie de imágenes que definan al sujeto. Después de la revolución el Estado mexicano modeló la identidad nacional tomando como elementos centrales la relación con la tierra, la religión católica, los grupos mestizos aculturados y los bienes inalienables;[xi] teniendo como estandarte político el triunfo de la revolución social, sobre la que se construiría el porvenir del país, encabezado por el partido oficial.[xii] En palabras de Roger Bartra “la idea de que existe un sujeto único de la historia nacional –el mexicano– es una poderosa ilusión cohesionadora”, que sirve para legitimar al Estado moderno”.[xiii] La identidad, no obstante, no es rígida y por tanto se desarrolla al margen de los contenidos que el Estado confiere a los mexicanos. Es por ello, que aún cuando el discurso político nacionalista fue –y aun hoy en día es– ampliamente divulgado, las identidades regionales y locales existentes dentro del país han permanecido. A ellas se han sumado, además, la llamada cultura de masas, transnacional y predominantemente anglosajona.[xiv] Los medios de comunicación
Cómo se ha visto, en la retórica que sustenta la identidad nacional, el indígena es parte del mito fundador más no un elemento activo de la vida del país. Son tratados mediante la política paternalista del indigenismo, se les considera imposibilitados para vivir en el mundo moderno. Sin embargo, se les quiere “conservar” o “rescatar”, intentando mantener su cultura inamovible, como si de un museo se tratase. Es necesario que los indígenas se mantengan “puros”, aunque sea en el discurso, con la finalidad de mostrarlos como una forma de rescatar la “sabiduría de los pueblos de América”, “nuestra memoria ancestral”.[xv] Además los términos empleados en el discurso tienden a igualar a las distintas etnias, que no se reconocen como iguales entre sí, y que de hecho pueden ser muy diferentes, homogenizar lo heterogéneo.
Identidad nacional y multiculturalidad
¿Podemos hablar de una identidad nacional en México hoy en día? Y, suponiendo que ésta exista, ¿cumple esta identidad la función que le daba Molina Enríquez, la de unir a los habitantes de todo el país? A partir de la década de los setenta, el Estado mexicano cesó la política de proteccionismo económico y afán por mantener la omnipresencia de la retórica nacionalista. Luego de casi cuatro décadas de no recibir un mensaje nacionalista constante, es pertinente suponer que la identidad nacional, tan cuidadosamente diseñada y difundida por el Estado nacionalista, se ha debilitado y fracturado. Este cambio ha sido acelerado asimismo, por la masificación de los medios de comunicación y con ellos el mayor acceso de la población a nuevos sistemas de valores, que en muchas ocasiones cuestionan o contradicen los que se presentan como propios del mexicano o la mexicanidad. Si se analiza la convergencia en el país, de los elementos culturales que, de acuerdo con Gerd Baumann, forman el triángulo multicultural, a saber, el nacionalismo, la etnicidad y la religión,[xvi] salta a la luz la gran diversidad que convive en él.
Por un lado, como ya se dijo anteriormente, el nacionalismo mexicano sigue formando parte del discurso oficial, el papel de legitimador del Estado-nación, aún cuando en los últimos años la tendencia ha sido a abandonar algunas de sus características. Bajo el nacionalismo, y pese a él, todavía existen en el país una variedad de etnias autóctonas y no autóctonas, con intereses y aspiraciones distintos a los del Estado. Finalmente, también se han asentado en el territorio, diversas religiones, principalmente cristianas, pero con diferentes credos, rituales, normas y obligatoriedades. Se puede afirmar, por todo ello, que México es un país multicultural, y que el nacionalismo solo es una de las aristas culturales que en él conviven día a día.

4 comentarios:

  1. Me parece muy interesante cómo es la Multiculturalidad en México, a menudo no nos damos cuenta que en nuestro país es rico en culturas.

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  2. muy interesante tu tema :) muy bien explicado

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  3. interesante tu investigación, habla bien de lo que hay en mexico.

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  4. Muy bien Edson, me sorprendiste. Creo que México es de los pocos países que no valora las grandes cosas que tiene.

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